"Cuando los hechos cambian, yo cambio de opinión. Ud. señor, ¿qué hace?", frase que se le atribuye a Keynes.
Hilda Molina fue hostigada ayer en el Congreso. Aparentemente sus críticas a la Cuba actual (*) no son bien toleradas por algunos sectores (autodenominados) progresistas vernáculos.
Durante 15 años luchó por su libertad de viajar y visitar a su familia fuera de la isla. ¿Cómo se justifica semejante atropello? Ser crítico no implica traicionar ideales. Ser crítico ante una injusticia, cometa quien la cometa, es una obligación moral.
A tal punto llegó el hostigamiento ayer, que Hilda Molino se vió obligada a aclarar lo evidente: "Tengo derecho a opinar, y sobre mi país usted no sabe más que yo".
El régimen castrista ha involucionado hacia la opresión de su propio pueblo. Y esto es criticable desde cualquier ideología, creencia o militancia. El verdadero desleal es aquel que opta por un silencio obsecuente que traiciona los propios principios fundacionales de su ideología.
Fuente, acá.
(*) Hilda Molina apoyó el régimen castrista hasta 1994. Leemos en Crítica: "Hilda Molina fue diputada de la Asamblea Nacional del Poder Popular; fundó y dirigió el Centro Internacional de Restauración Neurológica (CIREN), uno de los institutos de medicina más prestigiosos del mundo; y obtuvo varias condecoraciones del gobierno. Pero su buena relación con el régimen terminó en 1994, cuando su hijo Roberto Quiñones se exilió en Argentina".
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Asi son.
ResponderEliminarHasta he llegado a escuchar que "el pueblo traicionó a Cristina y Nestor"