Desde este lugar hemos reclamado, reiteradas veces, la reglamentación de la publicidad oficial, especialmente en lo referido a su reparto, arbitrario e irracional, tal como lo califican Human Rights Watch, Reporteros Sin Fronteras, y también nuestra propia Corte Suprema de Justicia. Pero también en su exponencial crecimiento.
La Reforma Política sancionada durante el Kirchnerismo ha introducido importantes cambios en la regulación de la publicidad con fines electorales: principalmente, los partidos políticos no pueden contratar pauta publicitaria, sino que es el Estado quien reparte, por sorteo, esos espacios en los medios, teniendo en cuenta los votos obtenidos en las últimas elecciones. Desde un punto de vista idealista, consideramos que se podría tratar de una norma bien intencionada, limitando la financiación de los partidos políticos con fondos privados de empresas.
Pero es la combinación de ambos factores, esto es, la ausencia de regulación de la publicidad oficial y la precisa y estricta regulación de la publicidad electoral, la que demuestra la real viveza del Kirchnerismo, y su oculta intención.
La consecuencia directa de la no-regulación de la publicidad oficial es que el Kirchnerismo destinará $ 512 millones al año (ó $ 1.5 millones por día) para difundir (como quiera) su voz, sin restricciones salvo las 2 semanas de veda previas a las elecciones de Octubre. Fuera de ese límite, no hay restricción alguna para el Kirchnerismo.
Por el contrario, los partidos de la Oposición no podrán pautar libremente, y verán restringido su acceso a los medios audiovisuales. Por caso, el decreto 445 de reglamentación implica que en el horario de mayor cantidad de televidentes (prime time) sólo se concentrará el 10% del espacio de publicidad electoral.
Lo que se dice, un verdadero golazo del oficialismo. El Kirchnerismo se asegura plena libertad para pautar cuanto y cómo quiera, pero impone al resto de los partidos rídigas limitaciones.
Corolario de esta nueva muestra de viveza Kirchnerista: la parsimonia de los partidos políticos de la Oposición, que no logran anticipar estos movimientos. Pregunta: al momento de negociar la Ley de Medios o la Reforma Política, ¿no podían exigir a cambio la regulación de la pauta oficial?
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