Más que se la fecha en que se conmemora la única batalla que San Martín disputó en lo que es actualmente el territorio de nuestro país, el 3 de febrero nos remite casi automáticamente a la caída de Rosas, en Caseros, a mediadios del siglo XIX.
Rosas es, sin dudas, una genial muestra de lo complejo que resulta el ser argentino. Considerado usual y únicamente en términos binarios, Rosas aún hoy despierta enérgicas y apasionadas discusiones.
El principal déficit que usualmente se le endilga al período de don Juan Manuel fue la falta de constitución de la Nación. Y coincidimos: Los argumentos que empleó en la Carta de la Hacienda de Figeroa, en 1834, difícilmente puedan aplicarse a 1852...
Personalmente, me resulta peculiarmente desafiante la pregunta de ¿cuán diferente habría sido la organización nacional, si el General Lavalle tenía éxíto con su Legión Libertadora?
Es decir, ¿qué hubiera pasado si la caída de Rosas se producía en 1840, a manos de Lavalle, en lugar de producirse 12 años más tarde, en 1852, a manos de Urquiza?
Como sea, la experiencia Rosista, con sus virtudes y defectos, terminó el 3 de febrero de 1852. Y Rosas no es sino una muestra genuina de los indescifrables rasgos de nuestra argentinidad.
Y con este brevísimo post particularmente histórico, nos despedimos hasta nuestro regreso de Mendoza.
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Rosas es, sin dudas, una genial muestra de lo complejo que resulta el ser argentino. Considerado usual y únicamente en términos binarios, Rosas aún hoy despierta enérgicas y apasionadas discusiones.
El principal déficit que usualmente se le endilga al período de don Juan Manuel fue la falta de constitución de la Nación. Y coincidimos: Los argumentos que empleó en la Carta de la Hacienda de Figeroa, en 1834, difícilmente puedan aplicarse a 1852...
Personalmente, me resulta peculiarmente desafiante la pregunta de ¿cuán diferente habría sido la organización nacional, si el General Lavalle tenía éxíto con su Legión Libertadora?
Es decir, ¿qué hubiera pasado si la caída de Rosas se producía en 1840, a manos de Lavalle, en lugar de producirse 12 años más tarde, en 1852, a manos de Urquiza?
Como sea, la experiencia Rosista, con sus virtudes y defectos, terminó el 3 de febrero de 1852. Y Rosas no es sino una muestra genuina de los indescifrables rasgos de nuestra argentinidad.
Y con este brevísimo post particularmente histórico, nos despedimos hasta nuestro regreso de Mendoza.
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Y que hubiera pasado, si en vez de Cristina gobernaba Nestor, y al morir quedaba de presi Cobos?
ResponderEliminarGanaban los traidores.