lunes, 24 de junio de 2013

Cuando nací (ó una breve historia del peronismo contemporáneo) - Parte I

Cuando nací - Parte I.

Cuando nací gobernaba Héctor J. Cámpora, y hacía apenas 10 días que Perón había regresado del exilio, en ocasión de la tristemente célebre Masacre de Ezeiza. Peronistas de derecha y peronistas de izquierda se habían trenzado en una batalla sangrienta. La tibieza del General, ponderando a unos y apañando a otros, empezaba a tener nefastos y gravísimos resultados para el país.




En el Gabinete, Esteban Righi hacías las veces de Ministro de Interior del gobierno de Cámpora. Camporista auténtico, Righi no tenía forma de imaginar que 39 años más tarde terminaría siendo expulsado del tercer gobierno Kirchnerista como parte de las acciones de defensa del entonces vicepresidente, el otrora liberal, Amado Boudou.

Un día antes de mi nacimiento, la fulminante Triple A hacía su debut formal. En Córdoba asesinaba a Eduardo Jiménez, perteneciente al ERP. A pesar de tratarse de un gobierno democrático, constitucional (y peronista), el Estado Argentino recurría a la ilegalidad para deshacerse de (también ilegales) elementos terroristas. No habría ni juicios ni debido proceso en la metodología aplicada por la Triple A. Y ese fue sólo el comienzo.

Con apenas 13 días de vida presencié cómo el sumiso y obediente Tío renunciaba a la presidencia que le había ganado a Balbín con casi el 50% de los votos. Cámpora terminaba de hacer los méritos necesarios como para ganarse el homenaje póstumo de los futuros militantes del, entonces desconocido, Kirchnerismo. Con apenas 13 días de vida, presenciaba entonces la asunción de Raúl Lastiri, proveniente del FREJULI, partido también afín al peronista.

A fin de Septiembre, Montoneros (aunque sin adjudicarse formalmente el hecho) asesinaba al líder de la CGT, José Ignacio Rucci. Perón, llorando, sostuvo que le habían “cortado las piernas”. Fue casi una declaración de guerra, y la crudeza de la lucha entre las facciones se agudizó rápidamente.




En Octubre asume el General en persona su tercera presidencia tras obtener cerca del 62% de los votos en las elecciones. Tenía entonces yo apenas 4 meses, pero el Peronismo ya me había dado 3 presidentes distintos en tan breve lapso.

Como Ministro de Bienestar Social ubicó a su otrora secretario privado, el Brujo López Rega (cargo que ya había ejercido durante los anteriores gobiernos de Cámpora y Lastiri). Mentor y creador de la ya mencionada Triple A, el Brujo profundizaría su cacería ilegal durante el gobierno de su jefe.

El Estado Argentino seguía en lo formal bajo el orden democrático, pero el gobierno Peronista aplicaba métodos ilegales para combatir a la izquierda (auto-proclamada) revolucionaria (peronista o no).

Un año y un día después de mi nacimiento, moría Juan Domingo Perón, y en consecuencia asumía su tercera esposa, la riojana María Estela Martínez Cartas, a quien había conocido en Panamá durante su largo exilio. María Estela había adoptado el nombre artístico de Isabel Gómez, lo que dio origen a su apodo “Isabelita”.

Perón moría sin antes poder desarticular los brazos armados de izquierda que durante años había alentado. Unos meses antes de morir los había echado de la plaza, el Día del Trabajador de 1974, en lo que fue oficialmente el pase a clandestinidad de Montoneros en pleno ejercicio de un gobierno democrático (y peronista).


Isabelita asumió como presidente del país el 1 de Julio de 1974, convirtiéndose en la cuarta presidencia peronista durante los primeros 366 días de mi vida. Durante su gobierno, la injerencia del Brujo se potenciaría, y con ella, el clima de descontrol del país.

En febrero de 1975, el gobierno rubrica el decreto 261/75, primero de una trágica serie de 4 decretos en los que el Peronismo ordenaba la “aniquilación de los elementos subversivos” por parte de las Fuerzas Armadas del país. El primer decreto lanzaba el Operativo Independencia en Tucumán, y sería firmado por Isabelita. Los 3 restantes fueron firmados por el también peronista Italo Argentino Luder, que ejercía la presidencia tras la licencia transitoria de María Estela de Perón. Los tres decretos fueron ratificados por el Congreso Nacional, ese mismo año.

Casi cumpliendo 2 años de vida, se produce la célebre devaluación de 1975 conocida como Rodrigazo, en honor al entonces Ministro de Economía. La devaluación fue de entre 100% y 150% en un solo día, pero aumentando solamente un 45% los salarios. El Peronismo ajustaba, así, el salario real de la población. El resultado fue el primer paro de la CGT contra un gobierno peronista, aunque no sería el último.

A fin de ese año soy testigo del primer levantamiento militar de mi vida, cuando el Brigadier Capellini se subleva. Aunque no tuvo éxito, forzó de alguna manera el anuncio de adelantar las elecciones para fines de 1976. Pero yo no presenciaría jamás esa elección popular…

Antes de cumplir 3 años de vida, experimentaría el primer quiebre institucional de mi vida: el golpe del 24 de Marzo de 1976. A la violencia constitucional de los 70s le seguirían sangrientos años de una potenciada represión ilegal. Miles de militantes Montoneros y de otras agrupaciones revolucionarias murieron durante la represión ilegal, aunque sus principales cuadros directivos lograron sobrevivir y exiliarse en el extranjero (Firmenich, Perdía, Vaca Narvaja).

Yo apenas tenía 3 años, pero la Argentina ya vestía un trágico y sombrío luto.

Cinco días antes de cumplir 5 años, presenciaba como la selección nacional de fútbol se alzaba con la Copa del Mundo organizada en nuestro país. Estaba en pre-escolar, y la Argentina era no sólo “derecha y humana”, sino también campeona del mundo por primera vez. Al menos durante el mes de Junio de 1978, la enorme mayoría de nuestro pueblo se dedicó en festejar sus logros futbolísticos, mientras en algunos oscuros rincones del país se terminaba de materializar la más sangrienta represión.




Apenas un semestre más tarde, Argentina se encontraba a horas de iniciar un conflicto bélico con Chile. Solamente la tardía intervención de Juan Pablo II logró evitar el inicio de la denominada Operación Soberanía. La conducta pro-bélica del Proceso no terminaría allí.

Quince días antes de cumplir 9 años, sería testigo de la rendición argentina en Malvinas ante las fuerzas armadas del Reino Unido. Casi 670 muertos, en su enorme mayoría conscriptos del Interior, morirían intentando defender el rocoso suelo de las Islas Malvinas a casi 500 kilómetros de la costa nacional. Mal equipados y generalmente mal dirigidos, jóvenes de 18 años fueron enviados a una guerra con una (aunque en decadencia) potencia mundial.

Con mis 10 años ya cumplidos, la Argentina tendría la primera elección democrática tras el golpe de 1976. El 30 de Octubre de 1983, el candidato Italo Argentino Luder se convertiría en el primer candidato peronista en perder una elección. Raúl Alfonsín, quien a diferencia del candidato del PJ no convalidaba la ley de autoamnistía dictada por los militares del Proceso (Ley 22.924 del 23 de Marzo de 1983), se alzó con la presidencia al obtener casi 52% de los votos.

Apenas 5 días después de asumir, Alfonsín ordenó el enjuiciamiento de los dirigentes guerrilleros de Montoneros y del ERP, así como también el de las Juntas Militares responsables de la represión ilegal. Además, ese mismo día ordenó la creación de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas para investigar las violaciones a los derechos humanos producidos entre 1976 y 1983. Compuesta por reconocidas figuras nacionales, la CONADEP debió también contar con delegados de la Cámara de Diputados y también de la Cámara de Senadores. Ante la negativa del Partido Justicialista, los miembros del Congreso eran todos provenientes de la Unión Cívica Radical.

En el orwelliano año 1984, y con tan sólo 11 años, yo vería la realización de la primer consulta popular de mi vida: la referida al Tratado de Paz y Amistad con Chile. Unos días antes del rotundo triunfo del “Sí al Tratado” (opción que obtuvo 82% de los votos), en televisión se produjo un debate entre el Canciller Dante Caputo y el dirigente peronista Vicente Leónidas Saadi, que se oponía al acuerdo con Chile.

También con 11 años ya cumplidos, yo vería el nacimiento del informe final de la CONADEP, intitulado “Nunca Más” en referencia al lema de los sobrevivientes del Gueto de Varsovia. El prólogo del libro sufriría, décadas más tarde y durante el gobierno del peronismo Kirchnerista, el agregado de un nuevo texto que cuestionaba la “teoría de los dos demonios”.

Un año más tarde, a fines de 1985, yo sería testigo de la condena a los Juicios a las Juntas, hecho histórico en estas latitudes del subdesarrollo. Los máximos responsables de la salvaje represión fueron condenados a reclusión perpetua. En otros juicios, también fueron condenados los máximos dirigentes de las guerrillas subversivas, logrando de esa forma condenar a todos los responsables de enlutar el país durante la década del 70.




Al poco tiempo de cumplir 14 años de vida, soy testigo del triunfo de Cafiero en las elecciones para la gobernación de la Provincia de Buenos Aires. Como bonaerense, y desde ese momento, viviría siempre bajo la gobernación del PJ. Al momento de escribir estas líneas, el partido justicialista lleva 26 años gobernando la Provincia.

En 1988, en las internas del PJ triunfa el entonces gobernador de La Rioja, Carlos Saúl Menem, al derrotar sorpresivamente a Antonio Cafiero. El Peronismo se disponía entonces a volver al poder después de 13 años (“Con el Peronismo unido, el 89 es pan comido”, recuerdo rezaban los afiches de la línea renovadora de Cafiero).

El líder sindical Saúl Ubaldini, cervecero y peronista, realizó 13 paros generales al gobierno de Alfonsín.
En el año 1989 yo cumplía ya 16 años, pero estaba por presenciar recién la segunda elección presidencial de mi vida. El 14 de Mayo triunfó holgadamente el binomio peronista Menem-Duhalde, electo con el 47% de los votos. Angeloz, entonces gobernador de Córdoba y candidato de la UCR, obtuvo poco más del 32% de los sufragios. Menem debió asumir apenas 8 días después de que yo cumpla 16 años, a raíz de la grave crisis económica que sufría el país. El rol del Peronismo en la caída de Alfonsín sigue cuestionado por diversos historiadores. Como sea, la sucesión presidencial del año 1989 fue la primera desde 1916 entre presidentes de diferentes partidos políticos.

Yo era testigo, así, de la asunción del quinto presidente peronista en los primeros 16 años de mi vida, de los cuales 7 transcurrieron bajo el Proceso. En la Provincia de Buenos Aires gobernaría el peronista Eduardo Duhalde.

Antes de cumplir los 3 meses desde su asunción, el peronista Menem dicta los primeros indultos a militares condenados por la conducción de la Guerra de Malvinas y también a algunos guerrilleros (decretos 1005/89 y 1003/89, respectivamente) condenados durante el anterior gobierno de Alfonsín. En Diciembre de 1990, Menem también indultaría a los Comandantes de las Juntas Militares y a Firmenich (decretos 2741/90 y 2742/90, respectivamente). También se ve beneficiado José Alfredo Martínez de Hoz, ex Ministro de Economía del Proceso.

El quinto gobierno peronista de mi vida tuvo una orientación fuertemente neoliberal, tanto en el plano económico como en el plano geopolítico. Durante la década del 90 Argentina tuvo “relaciones carnales” con el Reino Unido, un fortísimo acercamiento con los EEUU, y en el plano económico se adoptó un Plan de Convertibilidad con el dólar norteamericano y un intenso plan de privatizaciones de las empresas nacionales.




Por caso, la petrolera estatal YPF fue privatizada en 1992, con fuerte apoyo de los gobernadores peronistas de las provincias productoras de petróleo. En particular, fue fundamental el apoyo del entonces gobernador de Santa Cruz, el justicialista Néstor Kirchner, y su también peronista esposa (a la postre, diputada provincial) Cristina Fernández de Kirchner. El Estado Argentino obtuvo más de US$ 20.000 millones por la privatización, y las provincias petroleras un millonario resarcimiento por regalías supuestamente mal liquidadas. Los fondos recibidos y administrados por Kirchner jamás tendrían un claro destino popular.

También en 1992, Argentina sufrió el primer atentado terrorista contra su enorme comunidad judía (la quinta más numerosa del mundo). Ese 17 de Marzo murieron 29 personas en el criminal y cobarde acto terrorista. El primero en la historia del país, y lamentablemente no sería el único (aunque los dos atentados terroristas se producirían bajo gobiernos peronistas).

En efecto, apenas 2 años más tarde, y dos semanas antes de cumplir 21 años, sería testigo del atentando a la Asociación Mutual Israelita Argentina. En este sangriento atentado murieron 85 personas, pero al igual que en el caso de la Embajada, yo no sería testigo del esclarecimiento de tales cobardes actos.

Mientras la sospecha del primer caso siempre recayó en Hezbolah, en el caso de la AMIA es el país de Irán quien acapara todas las acusaciones. El gobierno peronista de Menem poco, si nada, hizo para el real esclarecimiento del atentado. Y casi 20 años más tarde, el también peronista gobierno de Cristina Fernández de Kichner impulsaría un inaudito acuerdo con Irán con el declarado interés de “conocer la verdad”.




También en 1994 sería testigo de la primera (¿y última?) reforma constitucional, al celebrarse la Convención Constituyente de la ciudad de Paraná. El partido con mayor número de convencionales fue el PJ, con 134 sobre un total de 305. En retrospectiva, resulta curiosa la participación como convencionales de Aldo Rico, Néstor y Cristina Kirchner, y los futuros ministros de la Corte Suprema Juan Carlos Maqueda y Eugenío Zaffaroni.

Como sea, la Constitución Nacional se reformó, y el peronista Menem pudo ser reelecto con casi el 50% de los votos en 1995. En la Provincia de Buenos Aires continuaría gobernando el peronista Duhalde.

A fin de ese mismo año se producía una sospechosa explosión en la Fábrica Militar de Río Tercero, ligada a la vergonzosa triangulación de armas que nuestro país realizaba hacia Croacia y Ecuador. En total, se sospecha que se traficaron 6.500 toneladas, con el agravante de que nuestro país era garante de paz de Perú (en ese momento, en conflicto con Ecuador), y que Naciones Unidas aplicaba un embargo sobre la ex Yugoslavia. La voladura de Río Tercero y el posterior “accidente” de un helicóptero militar en el Campo Argentino de Polo en el que murieron importantes testigos de la causa de la venta de armas, fueron burdos y criminales intentos por ocultar el escándalo. En 2011, Menem sería el primer presidente de la historia argentina en someterse a la decisión de un Tribunal por un caso de corrupción. Dos años más tarde, en 2013, Menem fue finalmente condenado a prisión.

El tramo final de la segunda presidencia de Menem estuvo signada por su futil intento de lograr una re-re-elección, y la interna disputada con Eduardo Duhalde. Confirmada la imposibilidad de Menem de presentarse nuevamente a elecciones, intentó Duhalde encolumnar al aparato peronista detrás de su figura, y así disputarle al radical, y entonces primer Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Fernando de la Rúa las elecciones presidenciales de 1999.

Por la Alianza por el Trabajo, la Justicia y la Educación se presentó el binomio De La Rúa - Carlos Chacho Alvarez, fórmula resultante de la interna abierta disputada en 1998. La Alianza, fruto del acuerdo entre la Unión Cívica Radical y el FREPASO, resultaría ganador en las elecciones presidenciales, al obtener poco más del 48% de los votos (superan por 10 puntos a la fórmula peronista Duhalde - Palito Ortega. Era la segunda vez en mi vida que vería al peronismo perder elecciones presidenciales.

El gobierno de De La Rúa intentó continuar la Convertibilidad de Menem, pero el enorme déficit fiscal heredado, y la creciente recesión imperante hicieron dificultosa (e impopular) las medidas de ajuste. La agobiante crisis económica se agravó aún más con la crisis política resultante de la renuncia del Vice, el historiador y fundador del pejotista Grupo de los 8, Chacho Alvarez.

El sindicalismo realizó 7 paros generales, mientras que el peronismo dominaba el Senado y gobernada, además, la gran mayoría de las provincias. El poder de De La Rúa, por acción u omisión, se deshacía minuto a minuto.

El final (¿anunciado?) de su gobierno lo encuentra envuelto en una galopantes crisis económica, política y social. Los saqueos en la provincia de Buenos Aires se repetían cada noche, y en la clase media las cacerolas hacían sonar su disconformidad. La declaración del Estado de Sitio empeoró la situación, y la revuelta popular se generalizó, contabilizando 27 muertos entre el 19 y el 20 de Diciembre de 2001.

Con la posterior negación del PJ de alcanzar un acuerdo de gobernabilidad, la presidencia de De La Rúa quedó sentenciada a muerte.


Consumada la caída de De La Rúa, fui testigo de la asunción de 4 presidentes peronistas en los 12 días posteriores a su renuncia. En efecto, el peronista Ramón Puerta ejerció la presidencia del 21 al 23 de Diciembre de 2001, día en el que la Asamblea Legislativa nombró al peronista Adolfo Rodriguez Saa como presidente. Saa gobernaría durante apenas 7 días, semana en la que se daría el gusto de declarar el default de la deuda externa, aunque renunciaría el 30 de Diciembre, atento a las internas con los gobernadores peronistas del Interior. Asume entonces el presidente de la Cámara de Diputados, el peronista Eduardo Camaño, quien fue presidente durante 2 días. La nueva Asamblea Legislativa elije entonces al peronista Eduardo Duhalde, quien asume el 2 de Enero de 2002.

Tenía yo entonces 28 años, pero estaba ya viviendo la asunción del noveno presidente peronista de mi vida.

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