A algunos podría habernos llamado la atención la suspensión de los actos de Cristina de ayer, a raíz del cuadro de hipotensión arterial. Al fin de cuenta, debiera regir la veda electoral, por lo que no cabría posibilidad de actos de gobierno en las dos semanas anteriores a los comicios.
El código electoral prohíbe expresa y claramente “la realización de actos inaugurales de obras públicas, el lanzamiento o promoción de planes, proyectos o programas de alcance colectivo, y, en general, la realización de todo acto de gobierno que pueda promover la captación del sufragio a favor de cualquiera de los candidatos a cargos públicos electivos nacionales”.
¿Cómo elude Cristina esta cabal prohibición? Recurriendo al empresariado, gestionando “visitas” en las que se inauguran nuevas instalaciones. Ilustraremos el modus-operandi con un ejemplo real, que iba a tener lugar hoy (aunque en el sitio de Presidencia parece anunciar que Cristina suspenderá nuevamente su actividad oficial, tal como se observa en la imagen que ilustra el post).
A mediados de la semana pasada, la planta elaboradora de “las pastas de Mamá” (el marketing actual de esta marca pega bien fuerte) recibió un llamado avisando que el próximo miércoles (por hoy) iría de visita Cristina Elizabet para la inauguración las ampliadas líneas de producción del mencionado establecimiento fabril ubicado en Malvinas Argentinas. Favor con favor se paga, y la colaboración recibida de la ministra de industria por la celeridad de los trámites aduaneros se agradecería con la cordial recepción de la señora presidente.
En seis días, debía acondicionarse la planta para poder recibir a la primer mandataria. Pero nada es librado al azar, y desde Presidencia enviaron los contactos de cuatros empresas, encargadas del armado estructural de palco y tribunas, sonido, catering, y organización general.
“¿Cuánta gente pueden meter en el acto?”, preguntaron. Los directivos de la planta explicaron que toda la dotación del establecimiento no supera las 100 personas.
“Inadmisible. Necesitamos que se comprometan con 400. Y nosotros nos encargamos de traer a 600 autoconvocados”. Minutos más tarde, volaban los mails desde Malvinas Argentinas hacia la compañía madre, solicitando cientos de aplaudidores.
El resto de la reunión prosiguió revisando aspectos generales de organización. Pero dejaron un detalle importante para el final:
“Para ir cerrando, ¿qué obsequio tienen pensado entregarle a Cristina?”. Los directivos se miraron entre sí, intentando develar, cada uno por su cuenta, qué regalo tenían en mente los enviados. Uno de ellos ensayó una respuesta, ofreciendo un pendiente alegórico a la figura del grano de trigo.
“Mirá… te cuento: lo que los empresarios le están regalando ahora son réplicas de las joyas de Eva. Dame un segundo, que llamo a su joyero predilecto, y vemos que tiene disponible en stock”, retrucó la emisaria. Finalmente se optó por un pendiente de casi US$ 5.000. La reunión terminó con todos los detalles ultimados.
Claro que la hipotensión de ayer pone un manto de duda a su presencia hoy en Malvinas Argentinas. Así lo expone Página 12 hoy:
"Hoy, si los médicos no deciden lo contrario, presidirá un acto de carácter similar en Tortuguitas y mañana uno en Florencio Varela. Al tratarse de actividades de índole privada, no son alcanzadas por la prohibición que establece la veda para anuncios de gobierno quince días antes de las elecciones".
La campaña del Frente Para la Victoria tiene razón: Argentina es un país con buena gente. Sólo le resta tener buenos dirigentes.
El código electoral prohíbe expresa y claramente “la realización de actos inaugurales de obras públicas, el lanzamiento o promoción de planes, proyectos o programas de alcance colectivo, y, en general, la realización de todo acto de gobierno que pueda promover la captación del sufragio a favor de cualquiera de los candidatos a cargos públicos electivos nacionales”.
¿Cómo elude Cristina esta cabal prohibición? Recurriendo al empresariado, gestionando “visitas” en las que se inauguran nuevas instalaciones. Ilustraremos el modus-operandi con un ejemplo real, que iba a tener lugar hoy (aunque en el sitio de Presidencia parece anunciar que Cristina suspenderá nuevamente su actividad oficial, tal como se observa en la imagen que ilustra el post).
A mediados de la semana pasada, la planta elaboradora de “las pastas de Mamá” (el marketing actual de esta marca pega bien fuerte) recibió un llamado avisando que el próximo miércoles (por hoy) iría de visita Cristina Elizabet para la inauguración las ampliadas líneas de producción del mencionado establecimiento fabril ubicado en Malvinas Argentinas. Favor con favor se paga, y la colaboración recibida de la ministra de industria por la celeridad de los trámites aduaneros se agradecería con la cordial recepción de la señora presidente.
En seis días, debía acondicionarse la planta para poder recibir a la primer mandataria. Pero nada es librado al azar, y desde Presidencia enviaron los contactos de cuatros empresas, encargadas del armado estructural de palco y tribunas, sonido, catering, y organización general.
“¿Cuánta gente pueden meter en el acto?”, preguntaron. Los directivos de la planta explicaron que toda la dotación del establecimiento no supera las 100 personas.
“Inadmisible. Necesitamos que se comprometan con 400. Y nosotros nos encargamos de traer a 600 autoconvocados”. Minutos más tarde, volaban los mails desde Malvinas Argentinas hacia la compañía madre, solicitando cientos de aplaudidores.
El resto de la reunión prosiguió revisando aspectos generales de organización. Pero dejaron un detalle importante para el final:
“Para ir cerrando, ¿qué obsequio tienen pensado entregarle a Cristina?”. Los directivos se miraron entre sí, intentando develar, cada uno por su cuenta, qué regalo tenían en mente los enviados. Uno de ellos ensayó una respuesta, ofreciendo un pendiente alegórico a la figura del grano de trigo.
“Mirá… te cuento: lo que los empresarios le están regalando ahora son réplicas de las joyas de Eva. Dame un segundo, que llamo a su joyero predilecto, y vemos que tiene disponible en stock”, retrucó la emisaria. Finalmente se optó por un pendiente de casi US$ 5.000. La reunión terminó con todos los detalles ultimados.
Claro que la hipotensión de ayer pone un manto de duda a su presencia hoy en Malvinas Argentinas. Así lo expone Página 12 hoy:
"Hoy, si los médicos no deciden lo contrario, presidirá un acto de carácter similar en Tortuguitas y mañana uno en Florencio Varela. Al tratarse de actividades de índole privada, no son alcanzadas por la prohibición que establece la veda para anuncios de gobierno quince días antes de las elecciones".
La campaña del Frente Para la Victoria tiene razón: Argentina es un país con buena gente. Sólo le resta tener buenos dirigentes.
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