jueves, 15 de noviembre de 2012

La parábola de la renta financiera




Primer acto


Atónito, releía la carta. Estaba firmado por un Vice-President, como no podía ser de otra manera. De apellido Heartfelt, hecho que le parecía lógico y consecuente.

Suspiró y llamó por teléfono. Dudó un instante, como a punto de arrepentirse de su decisión. Pero finalmente pronunció las palabras adecuadas. Y de esa forma, aceptó renovar su certifícate of deposit por un año más. Intentó no seguir pensando en la tasa que había convalidado. ¿Cuál era el objetivo de tan fútil ejercicio? Cero coma cinco por ciento. Anual, claro.

Su inversión de US$ 20.000 le redituaría US$ 100 en un año, brutos, antes de impuestos. De los US$ 8 mensuales brutos que recibirá, casi US$ 3 serán tributados como Ganancias por el Estado.

Sucede que en su país, socialista y anti-capitalista, la renta financiera está alcanzada por el impuesto a las Ganancias. El Estado, voraz, grava las ganancias de los especuladores financieros. No importa cuán groseramente minúscula haya sido esa renta.


Segundo acto

Estaba pasmado; la cabeza tomada por sus dos manos, mirando con la vista perdida el recibo de sueldo. Estático, permaneció así largo rato, conteniendo la respiración entre suspiros.

Una vez serenado, llamó al Gerente de Recursos Humanos. Es inadmisible, repetía. Su repertorio incluyó las palabras absurdo, tosco y desatinado, aunque bien podría haber incluido robo, defraudación y atraco. Respiraba frustración. E hizo un fuerte esfuerzo por contener la bronca.

Su sueldo bruto de $ 7.500 de una devaluada moneda nacional estaba alcanzada por el impuesto a las ganancias. Aún con una inflación del 25% anual, el gobierno neoliberal y capitalista, liderado por una potentada y terrateniente presidente, no había convalidado un aumento en el mínimo no imponible, aumentando así, de facto, la carga tributaria sobre la clase trabajadora.

Sucede que en su país, libre-mercadista y adscripta al consenso de Washington, los salarios pagan ganancias mientras que la renta financiera esta exenta. No importa cuán groseramente mayúscula haya sido esa renta financiera, claro.


Kirchnerismo. Una alegoría del discurso.




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